¿Qué es el ruido?
El ruido es el mayor problema que tienen los ciudadanos con sus viviendas, afectando a casi un tercio de los españoles. Además, la falta de aislamiento acústico, insonorización o acondicionamiento acústico adecuado ostenta la primera causa de reclamación de los compradores de viviendas.
En el sector residencial, el aislamiento acústico es condición necesaria para incrementar la calidad de vida y la salubridad de las edificaciones frente a los ruido del exterior, como el trafico; o los ruidos del edificio, como los provenientes de locales, vecinos o de instalaciones, como el ascensor, por ejemplo.
Lo mismo se puede decir de los locales de ocio -cafeterias, restaurante, piscinas, etc.-, en los que todos hemos padecido las consecuencias de una mala insonorización acústica.
El ruido viola la intimidad y es muchas veces el origen de estrés, trastornos del sueñoo, lesiones auditivas, enfermedades cardiovasculares, etc.
La importancia de la insonorización de de ruidos
Los cerramientos en contacto con el exterior como cubiertas, fachadas y suelos deberían cumplir con los valores de aislamiento acústico a ruido aéreo según el mapa de ruido donde esté ubicado el edificio, mientras que los cerramientos interiores han de cumplir con unos niveles de insonorización acústica a ruido aéreo y de impacto en separaciones horizontales.
Desde su concepción inicial, si los materiales de aislamiento no se incorporan al edificio en su justa medida y con un correcto dimensionamiento, de poco vale el esfuerzo realizado. La única solución posible seria rehabilitar el edificio, cuyo coste es muy superior al coste de aislar dicho edificio en el momento de su construcción.
Para combatir el ruido lo más sencillo es interponer una masa suficiente entre la fuente emisora y el recinto receptor. Además, existen materiales que aportan flexibilidad y estanqueidad al aire. Si no es factible alcanzar una masa suficiente, entonces es conveniente complementar el aislamiento acústico con materiales que aporten absorción acústica. Por ello, es importante diferenciar que es aislamiento y que es absorción. «Aislamiento Acústico» es impedir la propagación de la energía acústica incidente y absorción es la transformación de parte de la energía incidente en calor”.
Insonorizaciones del Ruido Aereo Insonorizaciones de Impacto
Ruido y Salud
El ruido es uno de los problemas ambientales más relevantes. Su indudable dimensión social contribuye en gran medida a ello, ya que las fuentes que lo producen forman parte de la vida cotidiana: actividades y locales de ocio, grandes vías de comunicación, los medios de transporte, las actividades industriales, etc.
La insonorización y aislamiento del ruido es una gran preocupación de la población actual, con peso en la legislación laboral y cada vez más en la relacionada con la población general. En los últimos años son numerosas las sentencias que reconocen el ruido como un factor de riesgo sanitario y la legislación laboral reconoce la hipoacusia o sordera, como accidente de trabajo causado por el ruido (2).
El ruido es un caso particular de sonido, una emisión de energía originada por un fenómeno vibratorio que es detectado por el oído y provoca una sensación de molestia y que por tanto debe ser insonorizado.
El ruido está integrado por dos componentes de igual importancia, una integrante puramente física (el sonido, magnitud física perfectamente definida) y otra integrante de carácter subjetivo que es la sensación de molestia. Cualquiera de estos dos factores hacen inprescindible insonorizar aquellos espacios que hagan que el ruido perturbe nuestra tranquilidad.
¿Cómo percibimos el ruido?
El nivel de sonido se mide en decibelios (dB) Un pequeño incremento en decibelios representa un gran incremento de energía sonora. Técnicamente, un incremento de tan sólo 3dB representa multiplicar por dos la energía sonora y un incremento de 10 dB representa multiplicarla por 10. El oído, sin embargo, percibe un incremento de 10 dB como el doble de ruido o sonoridad.
La sonoridad es una característica subjetiva, definida como la sensación producida por ciertas variaciones de presión en el oído. Insonorizar locales, viviendas o lugares de trabajo donde pasamos nuestro tiempo hará que esa percepción aunque sea subjetiva sea menor o no exista.
El comportamiento del oído humano está más cerca de una función logarítmica que de una lineal. Un oído humano es capaz de percibir y soportar sonidos correspondientes a niveles de presión sonora entre 0 y 120 dB. Este último nivel de ruido marca aproximadamente el denominado “umbral del dolor”. A niveles de ruido superiores pueden producirse daños físicos como rotura del tímpano.
Se entiende que no puede achacarse de ningún modo pérdida auditiva con los niveles de presión sonora obtenidos.
Sin embargo, con los niveles obtenidos el ruido produce malestar y dificulta o impide la atención, la comunicación, la concentración, el descanso y el sueño. La reiteración de estas situaciones puede ocasionar estados crónicos de nerviosismo y estrés lo que, a su vez, lleva a trastornos psicofísicos, enfermedades cardiovasculares y alteraciones del sistema inmunitario.
Efectos nocivos del ruido sobre la persona
Malestar
La sensación de malestar procede no sólo de la interferencia con la actividad en curso o con el reposo sino también de otras sensaciones, menos definidas pero a veces muy intensas, de estar siendo perturbado. Las personas afectadas hablan de intranquilidad, inquietud, desasosiego, depresión, desamparo, ansiedad o rabia. Todo ello contrasta con la definición de «salud» dada por la Organización Mundial de la Salud: «Un estado de completo bienestar físico, mental y social, no la mera ausencia de enfermedad».
El nivel de malestar varía no solamente en función de la intensidad del ruido y de otras características físicas del mismo, sino también de factores tales como miedos asociados a la fuente del ruido, o el grado de legitimación que el afectado atribuya a la misma. Si el ruido es intermitente influyen también la intensidad máxima de cada episodio y el número de éstos.
Durante el día se suele experimentar malestar moderado a partir de los 50 dBA, y fuerte a partir de los 55 dBA. En el periodo vespertino, en estado de vigilia, estas cifras disminuyen en 5 ó 10 decibelios.
Trastornos del sueño
El ruido influye negativamente sobre el sueño de tres formas diferentes que se dan, en mayor o menor grado según peculiaridades individuales, a partir de los 30 dBA:
- 1. Mediante la dificultad o imposibilidad de dormirse.
- 2. Causando interrupciones del sueño que, si son repetidas, pueden llevar al insomnio. La probabilidad de despertar depende no solamente de la intensidad del suceso ruidoso sino también de la diferencia entre ésta y el nivel previo de ruido estable. A partir de 45 dBA la probabilidad de despertar es grande.
- 3. Disminuyendo la calidad del sueño, volviéndose éste menos tranquilo y acortándose sus fases más profundas, tanto las de sueño paradójico (los sueños) como las no-paradójicas. Aumentan la presión arterial y el ritmo cardiaco, hay vasoconstricción y cambios en la respiración.
Como consecuencia de todo ello, la persona no habrá descansado bien y será incapaz de realizar adecuadamente al día siguiente sus tareas cotidianas. Si la situación se prolonga, el equilibrio físico y psicológico se ven seriamente afectados.
Con frecuencia se intenta evitar o, al menos paliar, estas situaciones mediante la ingestión de tranquilizantes, el uso de tapones auditivos o cerrando las ventanas para dormir. Las dos primeras prácticas son, evidentemente, poco saludables por no ser naturales y poder acarrear dependencias y molestias adicionales. La tercera hace también perder calidad al sueño por desarrollarse éste en un ambiente mal ventilado y/o con una temperatura demasiado elevada.
El estrés y sus manifestaciones y consecuencias
Las personas sometidas de forma prolongada a situaciones como las anteriormente descritas (ruidos que hayan perturbado y frustrado sus esfuerzos de atención, concentración o comunicación, o que hayan afectado a su tranquilidad, su descanso o su sueño) suelen desarrollar algunos de los síndromes siguientes:
- Cansancio crónico.
- Tendencia al insomnio, con el consiguiente agravación de la situación.
- Enfermedades cardiovasculares: hipertensión, cambios en la composición química de la sangre, isquemias cardiacas, etc. Se han mencionado aumentos de hasta el 20% o el 30% en el riesgo de ataques al corazón en personas sometidas a más de 65 decibelios en periodo diurno.
- Trastornos del sistema inmune responsable de la respuesta a las infecciones y a los tumores.
- Trastornos psicofísicos tales como ansiedad, manía, depresión, irritabilidad, náuseas, jaquecas, y neurosis o psicosis en personas predispuestas a ello.
- Cambios conductuales, especialmente comportamientos antisociales tales como hostilidad, intolerancia, agresividad, aislamiento social y disminución de la tendencia natural hacia la ayuda mutua.