Vivimos en un entorno con gran presencia de contaminación acústica y no nos damos cuenta. La mayoría de nosotros estamos muy acostumbrados a los sonidos que escuchamos en la vida cotidiana.
Música a todo volumen, la televisión, la gente hablando por teléfono, el tráfico e incluso las mascotas ladrando en el medio de la noche. Todos estos sonido se han convertido en parte de la cultura urbana y rara vez nos molestan.
Sin embargo, cuando el sonido de la televisión te impide dormir toda la noche o el tráfico comienza a darte un dolor de cabeza, deja de ser solo ruido y comienza a convertirse en contaminación acústica.
Para muchos de nosotros, el concepto de contaminación se limita a la naturaleza y los recursos. Sin embargo, el ruido que tiende a alterar el ritmo natural de la vida lo convierte en un contaminante más.
Entendiendo la contaminación acústica
Por definición, la contaminación acústica se produce cuando hay una cantidad excesiva de ruido o un sonido desagradable que causa una interrupción temporal en el equilibrio natural.
Esta definición generalmente se aplica a sonidos o ruidos que no son naturales ni en su volumen ni en su producción.
Nuestro entorno es tal que se ha vuelto difícil escapar del ruido. Incluso los electrodomésticos en casa tienen un zumbido constante o un pitido.
En general, la falta de planificación urbana aumenta la exposición a sonidos no deseados. Esta es la razón por la cual es necesario comprender la contaminación acústica para frenarla a tiempo.